22 de gen. 2016

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La naturaleza como ente temporal nunca detiene su discurrir desde un extremo del ser al otro. La difusión natural de la luz del sol puede no existir en tiempo despejado del modo que esperamos. Bajo la presión de una luz brillante, una superficie pulimentada reflejará la luz que recibe y reducirá lo auténtico de la composición real. Si una imagen brillante se desea de verdad de manera natural, la brillantez tal vez debe considerarse como un medio de composición. Desafortunadamente, la cualidad esperable de un edificio a largo plazo debería también ser considerada. Como se ejemplifica en la mayoría de edificios históricos, son los materiales rústicos, que poseen la calidad del desgaste natural los que permanecerán por más tiempo, no los muy pulimentados y artificiales.
Aquellos superan a las superficies muy pulimentadas porque su aspereza, su carácter inacabado, junto con la capacidad de producir sorpresa tienen el poder de la tolerancia para conjurar la amenaza del tiempo. La formación de la belleza madura de los antiguos edificios rústicos tiene su simple y profunda justificación en la belleza del no-ser.


(AMOS IH TIAO CHANG, El dao de la arquitectura -pg. 40 i 41-)